Resaca
Sucedió un viernes por la tarde,
con la “mara pijin” no decidíamos donde
ir a emborracharnos, discutíamos, sobre todo cual sería el mejor
lugar para realizar la labor etílica. De
pronto Lia nos dijo que fuéramos a un lugar “underground” llamado “él Clandestino” un estanco que no tenia rútulo que se encontraba cerca del Hostal
La Ronda. Al llegar al lugar era la típica escena de un estanco de Tegucigalpa,
solo faltaba el aserrín y estaría perfecto.
No demoramos en pedir un par de
caguamas, para animar el ambiente, la señora que nos atendió estaba acompañada
de dos niñas, que me imagino que ya les parecía habitual el ambiente, humo de
cigarrillo, ebrios hablando mierda y
todo lo que acompaña el buen deguste del alcohol. Era una verdadera aventura
del asco y el vicio, donde el menor de tus problemas es el baño repugnante.
Al trascurrir la noche los problemas
empezaron a caer como parte de los gajes del oficio, nos dimos cuenta que el
bar era cachureco un eslogan “4 años más” adornaba la sala, nuestra noche fue interrumpida
por un tipillo extraño, no le prestamos atención
porque nos pareció un bolo de mierda más, de pronto mi amiga quedo viendo serio
al sujeto, la señora que es dueña del lugar le dijo –no se preocupe es familia,
el es jugador de beisbol.
Como si eso normalizaría la situación,
la mayoría de los aleros no prestamos atención a lo que paso,.
- ¡Te fijaste!
No, le respondí
-Ese tipo miro con morbo a las niñas,
es un hijo de puta.
Al principio no reparamos en lo que sucedió, como que si la normalización patriarcal nos dominara.
-Es normal anda bolo, no sabemos si las abusa.
Todos cambiamos el tema de conversación, desviando el evidente golpe bajo a nuestra razón, seguimos bebiendo, acto
siguiente el tipo empezó a forcejear con una mujer, pensamos que era familia, ella apartándolo de las niñas le dijo:
-¡Andas bolo ándate a la silla y cálmate!
Nuestra atmosfera cambio de inmediato,
sabíamos que lo que estaba pasando era un ápice de una realidad que no queríamos
ver, que nos daba rabia y mucha impotencia. Caímos en la trampa de lo normal,
de no hacer nada.
Nos fuimos para evitar problemas
o peleas, pero una parte de la tragedia nos quedo en el sabor de la lengua. Fuimos
espectadores de una violencia institucionalizada
en los senos de muchos hogares de Honduras.
Tegus, 2018 @cuyo003


Comentarios
Publicar un comentario