Resaca
Sucedió un viernes por la tarde, con la “mara pijin” no decidíamos donde ir a emborracharnos, discutíamos, sobre todo cual sería el mejor lugar para realizar la labor etílica. De pronto Lia nos dijo que fuéramos a un lugar “underground” llamado “él Clandestino” un estanco que no tenia rútulo que se encontraba cerca del Hostal La Ronda. Al llegar al lugar era la típica escena de un estanco de Tegucigalpa, solo faltaba el aserrín y estaría perfecto. No demoramos en pedir un par de caguamas, para animar el ambiente, la señora que nos atendió estaba acompañada de dos niñas, que me imagino que ya les parecía habitual el ambiente, humo de cigarrillo, ebrios hablando mierda y todo lo que acompaña el buen deguste del alcohol. Era una verdadera aventura del asco y el vicio, donde el menor de tus problemas es el baño repugnante. Al trascurrir la noche los problemas empezaron a caer como parte de los gajes del oficio, nos dimos cuenta que el bar era cachureco un eslogan “4 años