Callar y escapar
Dos historias desde el silencio y
la impotencia.
Por Melissa Pastrana y Daniel
Valladares
La primera historia nace de la
segunda, de los recuerdos que provocan los eventos del presente. Por que no
somos historias extrañas, al contrario, somos la suma de todo lo que hacemos,
vemos e interactuamos en sociedad.
¿Qué
pasaría si recordaras eventos de tu infancia que habías olvidado? La felicidad
de esos días de antaño retornarían o cosas que viste o te pasaron te cambiarían
perpetuamente. La memoria siempre nos lleva a lugares o episodios que quieres
borrar de tu mente, que en algún momento no comprendías, pero a medida creces,
te das cuenta de la gravedad de algunos eventos que presenciaste o formaste
parte. Hace poco fui testigo de esos sucesos o de esas circunstancias, que sin
duda te hacen recordar eventos similares en la infancia.
En
mi caso la memoria me hizo retroceder 22 años, siendo exactos al segundo grado
en la escuela pública 21 de octubre, una escuela que me trae más malos
recuerdos que buenos, exclusión social, bullying y lo aterradoramente honestos
que suelen ser los niños y las niñas. En ese segundo grado recuerdo que los
niños molestaban a una compañera llamada Susana, lo recuerdo bien por el bullying
que le hacían, versaba desde sobrenombres a violencia física en ocasiones le
decían -Susana patas de rana- o se mofaban de su condición de pobreza porque
siempre llegaba con la ropa sucia (amarillenta) y desgastada.
Un
día en particular sucedió un acto de violencia que puede ser interpretado por muchas
ópticas, es como si los niños se estuvieran preparando para lucirse, recuerdo
que estaba entrando al aula con mi mejor amigo en eso momento cuando: lo que vimos era
como varios niños estaban molestando a
Susana, dirigidos por un niño que nos golpeaba y molestaba a la mayoría,
su nombre era Ángel “el gordo”, una persona repitente de tercer grado, no
recuerdo el numero de niños pero todos le habían encerrado en un círculo, los
demás no prestamos mucha atención al evento era algo “normal” lo único que
recuerdo es que ella salió llorando y gritó antes de salir del aula:
-¡Dejen de tocarme! ¡déjenme en paz!
No
había tiempos para acciones heroicas de ayudarle o evitar que ocurriera, era
parte de la infancia, pero nunca había comprendido hasta ahora la
dimensión de lo que ocurrió ese día, los profesores nunca dijeron nada ni
se volvió a comentar del tema. Todo el personal docente estaba acostumbrado de
lo “mal creados” que eran ángel y su hermano.
Lo
que paso en ese momento, aunque fuese borroso para mi memoria, pero estoy
seguro de algo, esa niña fue victima de un abuso de la conducta impuesta de la
masculinidad toxica con la que fuimos y somos educados muchos de los niños, una
masculina que radica en la imposición de la fuerza sobre todos y todas. Una
violencia machista disfrazada de bullying, una violencia sistemática que
refleja a gran escala la condición del circulo permanente de la violencia.
Después
de lo acaecido Susana se fue de la escuela, nunca supe lo que paso con su vida
o con ella, toda la sección de segundo B (jornada de la tarde) continuamos de
la misma manera, hasta que Ángel y su hermano fueron trasladados de jornada.
Nunca
quise entrar en detalles con este recuerdo, hasta mi vida adulta y darme cuenta
que cosas similares le paso a varias de mis amigas las cuales fueron acosas de alguna manera
tanto directa como indirectamente. Muy adentro de nosotros sabemos que por lo
general la infancia en este país es dura solo nos queda callar o simplemente
negarnos a lo que vemos o presenciamos. Es la historia de todos los días, la historia de
muchas personas que tienen que vivir día con día en la selva llamada Honduras. No son casos aislados cualquier orientador de cualquier escuela o
colegio les puede narrar una pequeña dosis de Honduras.
I
22 años después
A principios de años una muy cercana amiga que
es profesora[1] de primaria me comento que todas las escuelas
públicas o privadas a principios del año tienen la obligación de someter a sus
estudiantes en una prueba diagnóstica, en esta prueba mi amiga nunca se imaginó
lo que iba encontrar en una de las respuestas lo siguiente,
Cito textualmente:
“21.
Recuerde una agradable experiencia que le haya sucedido con sus amigos. Relate
lo que sucedió, cuando sucedió y por qué es importante para usted. Utilice por
lo menos seis renglones.
Ya no me
gusta jugar, pero si es que me gusta y un día yo y mis otras amigas en primer
grado no tuvimos nada, pero dejaron que me violaran y yo no me deje y golpe al
niño feo y horroroso y me empecé a [-ilegible-] desde que me
hicieron eso.”
Al leerla quedamos horrorizados, no sabíamos
que hacer o que pensar, la menor actualmente está en 5to grado y lo que paso fue
hace años,
-un invento, dijimos.
Por otro lado, no podíamos descartar que sufrió
algún tipo de violencia por parte de algún familiar o una persona externa, pero
la respuesta era clara: un niño de su edad horrendo y feo. Mi amiga no demoro en investigar sobre la
respuesta que la niña había escrito, al día siguiente le pregunto:
- ¿me podrías explicar mejor lo que
respondiste en esta pregunta? (nadie lleva un curso para abordar estos temas)
La
pequeña le contó que un ex compañero de la escuela donde estudiaba, siempre la
molestaba y que la separaba de sus amigas, en algunos momentos ella se refugiaba
en el escritorio de su antigua profesora donde esperaba sola a que terminara el
recreo.
Mi
amiga le preguntó, ¿Alguna vez él te tocó?
La
respuesta fue sincera, dijo que una vez que hubo sesión de maestros, empezó a
molestarla en el salón, ella se encerró en uno de los libreros que había en el
aula, pero aun así el niño buscó la manera para agredirla y tocarla. Ese día la
niña les contó a sus padres quienes inmediatamente la llevaron al doctor para revisar
el estado físico de la niña.
Al
pasar los días mi amiga por fin pudo tocar el tema con la madre de la niña, le
enseñó la prueba a la madre, la cual sin dudarlo le contó lo sucedido, según
relato la madre, él niño molestaba de manera obscena a su hija diciéndole
enunciados propios de una persona machista, La gota que derramo el vaso fue que
el niño junto con un compañero del aula acorralaron a la niña, forcejeándola y
diciéndole cosas obscenas hasta el punto de rasgar su cuballera, eso fue lo
único que quedo registrado en el reporte de sanción y lo que los profesores le
contaron a la madre.
Lo
único que puede pensar es que ambos (el niño y la niña) son las víctimas de
esta mierda de sociedad que vivimos no somos psicólogos, no podemos tomar conjeturas
al respecto por respeto a ambas víctimas, a un niño que también es muy probable
que sufra algún tipo abuso en su hogar y una niña que fue abusada por sus
compañeros. Al final me quedo con las dudas de lo que pasó o está pasando en
nuestras escuelas.
Ahora
que lo pienso con claridad, lo que yo presencie fue 1997, y hoy 2019 pasado 22
años me atrevería a decir que todos y todas hemos sido testigos y/o víctimas de
eventos parecidos, solo hay que preguntarnos a nosotros mismos, cuantas cosas
vimos parecidas o peores y las descartamos de nuestra memoria.
III
La victima es el
culpable los “comentarios” de Facebook lo dicen
No es de extrañarnos que hasta el
siglo XXI se hicieran tan notorios estos problemas, pero afrontémoslo jamás habíamos
tenido tanto acceso a la información y acceso a medios de comunicación masiva como
las redes sociales, en estos años hemos visto un florecer de movimientos sociales
que nos han hecho reflexionar sobre problemas que antes ignorábamos o fingíamos
ignorar, hace un par de días una campaña digital fue compartida principalmente en
Facebook el mensaje era sencillo:
¡No quiero ser violada!
¡no soy un objeto!
-No más-
Un ¡Ya basta! Fuerte y elocuente,
inspirado por la campaña masiva de movimientos feministas universitarios, las
reacciones no se hicieron esperar, es como si toda la misoginia estallara en
comentarios y la reacción me divierte, reacción que es evidente y conductiva a
lo que se piensa sobre un asunto serio, y de por sí, un asunto que nos compete
a todas y todos.
Es como si un meme o momo, nos violara
en maza y por ser meme se saliera con la suya, todo lo malo que puedes llegar hacer
en sociedad estallo en una posición rotunda en contra de una campaña justa y
necesaria.
Este responde a una sola lógica,
es entender lo que va más allá de un simple “me divierte” o un “es humor” o un
-¡Cálmate es solo un chiste negro, tienes que tener inteligencia para entenderle!
somos hábiles para disfrazar toda una cloaca con “raciocinio” estos ejemplos
por simples que parezcan ocultan la carga ideológica construida por nuestro
devenir social y nuestros intereses que moldean nuestro comportamiento en la
sociedad.
Interés que va acompañada de un estatus quo que nos otorgó el capital
cultura y social con el que fuimos educados, capital que al verse atacado en su
forma de coexistir, se escuda en odio y desprecio hacia el “otro” aquel que es
menoscabado por su condición de género, política y económica. Es más fácil
atacar a la víctima desde esta mi trinchera, que crear lasos de empatía.




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